21 de Noviembre de 2019
Ana, voluntaria misionera en Puerto Santa Cruz, pequeño pueblo de dicha provincia, cuenta su opción: “Ser Iglesia que camina entre la gente, sale a las calles”.
El camino voluntario de Ana comenzó en Buenos Aires y la llevó hasta Santa Cruz, en un viaje físico y del corazón. “Conocí la propuesta de voluntariado en una reunión en mi Casa salesiana en Buenos Aires. Desde ese momento estuve convencida de decir sí a esa opción”.
Esa época era especial para ella: “Me estaba reencontrando con la fe, con Jesús y eso también influyó. Creo que fue Jesús el que obró maravillas y me hizo decirle sí a Él”.
Una vez que llegó a Puerto Santa Cruz, Ana no dudó en ayudar en todo lo que pudiera: “Participo de Proyecto Vida, del oratorio, estoy en el patio con los chicos y chicas de la escuela y soy voluntaria en el merendero municipal. En la semana hago visitas a domicilios para charlar, ver cómo están los vecinos, compartir mates”. Lo importante, para ella, es poder dar servicio: “Se hace un poco de todo: donde puedo estar, estoy”.
Al llegar fue encontrando dificultades en el pueblo, frente a las que trabajar con compromiso: “Luego del secundario los jóvenes se van del pueblo porque aquí no hay posibilidades de estudio, ni tampoco muchas opciones de trabajo”. El principal problema que perciben es el alcohol: “Afecta mucho a los jóvenes. Se hace algo habitual y se toma como un juego, y muchas veces no tienen a nadie que los acompañe en la prevención de esos consumos”.
Ana agrega que “Puerto Santa Cruz no está preparado para los jóvenes: no tiene cine ni muchos lugares para que se junten. Además, la Patagonia es solitaria, se percibe la soledad en especial en jóvenes y ancianos. A veces alguien te dice: ‘sos mi única amiga’ y te rompe el corazón”.
Sin embargo, la esperanza y la comunidad son más fuertes, y es allí donde ella refuerza su fe: “Veo presente a Jesús y María en los chicos. También en las sonrisas, las miradas, las palabras afectuosas de las personas del pueblo”.
“Cada vez estoy más contenta con esta Misión, y sin dudas volvería a decir que sí”, transmite con emoción, y comparte su opción de Iglesia: “Tenemos que ser una Iglesia que camina entre la gente, sale a las calles[2] [D3] . Ése es el mensaje de Jesús”.